martes, enero 17, 2006

 

La odisea. El post. Alemania - Austria.

Y es que Alemania era nuestro destino. Si no habéis leído el post anterior o no lo recordáis, salimos de Milán destino a Rothenburg ob der Tauber(Alemania), a visitar unos mercados de Navidad. Tras un desafortunado, miento, afortunado incidente, acabamos en una gasolinera Suiza colocándole las cadenas al Smart. Continuo el relato desde este punto.

Dejamos atrás la gasolinera sin pensar en ningún momento en dar la vuelta o retroceder. Nos encontrábamos en St. Moritz, Suiza. No podíamos superar los 50 km/hora por las cadenas. Pero os aseguro que, todavía con el susto en el cuerpo, tampoco nos apetecía.

Rodeados de nieve

Cruzar los alpes se nos hizo interminable. Bajábamos, subíamos, seguiamos las indicaciones del mapa minuciosamente: autopistas estatales, carreteras regionales, pistas de esquí... Por fin alcanzamos la frontera austriaca. Ya nos quedaba menos. Pero había anochecido, eran las 17.00 horas, no os equivoquéis, y seguir se complicaba un poco más. Pero estábamos dispuestos a todo, así que continuamos.

La bajada de los Alpes fue terrible. La tormenta de nieve comenzó a arreciar con más fuerza que nunca. La mayoría de vehículos, aún con sus gomas de invierno, se detenían en los arcenes a colocar las cadenas. Ver camiones de más de 6 metros de largo cruzando aquellas montañas a pesar de la tormenta es digno de contarse. No sé cuanto tiempo estuvimos descendiendo; solo recuerdo que no veía más allá de la luz de los focos del smart, solo nieve que caía a veces de frente, a veces de lado, que incluso a veces nos obligaba a detenernos.

Por fin terminamos de descender y creció nuestro ánimo. El estado de las carreteras no parecía mejorar pero se atisbaba la civilización allá donde mirásemos, siempre con la imponente figura de la cordillera a nuestro alrededor. Hicimos una parada en otra gasolinera para tomar un café y confirmar que seguíamos el buen camino. Poco después llegábamos a Alemania, pero la cosa no mejoró.

¿Dónde está el bienamado asfalto?

Alcanazamos la autopista que nos llevaba hasta Rothenburg ob der Tauer, nuestro destino, pero estaba completamente nevada. Era la 1.30 de la madrugada, pero seguíamos convencidos de no detenernos. Pero no estábamos predestinados a decidir. Una de las cadenas había sufrido demasiado y decidió que el mejor momento para romperse era aquel, en medio de una autopista alemana vacía en medio de la noche. No podíamos continuar. Debíamos quitar la cadena para evitar daños mayores al vehículo. Debíamos estar entre -5º y -10º. Con los guantes no se podía quitar la cadena. Los dedos tardaban menos de 1 minuto en amoratarse y perder la sensibilidad, no exagero. A los 15 - 20 minutos apareció un automóvil que se detuvo a nuestro lado y, con un alemán de lo más exquisito, los ocupantes del mismo intentaron averiguar que nos pasaba. ¿Vosotros sabéis alemán? Me hubiéseis sido de gran utilidad.

En resumen, que al final conseguimos quitar la cadena y, ante la imposibilidad de hacer muchos kilómetros sin cadena en una goma y la hora que era, nos aconsejaron hacer noche en una ciudad cercana, Kempten. Nada más entrar en la ciudad me para un coche patrulla: estaba conduciendo con las luces apagadas. Afortunadamente solo me lo advirtieron y además me indicaron como llegar a un hostal: Smart Motel. Una bendición en medio de la tormenta. Eran ya casi las 3 de la madrugada, pero este motel está completamente automatizado. Tiene una especie de cajero a la entrada en el cual eliges las noches que quieres quedarte, metes la tarjeta de crédito y te expende una tarjeta que te abilita el acceso al motel y a la habitación.

Nunca había estado tan a gusto en la habitación de un hotel. Calor, comodidad, cama y la mejor compañía. No pensamos ni de donde veníamos ni a donde íbamos. Simplemente disfrutamos aquella noche y valoramos las comodidades de las que disfrutamos a diario.

Smart Magnum

Al día siguiente tocó reparar la cadena, limpiar el Smart de nieve, que no es tarea fácil. Afortunadamente la chica que movía los hilos en el motel nos ayudó desinteresadamente facilitándonos herramientas y un techo bajo el que limpiar el Smart. Acabó de caer en la cuenta de que tanto el hotel como el coche eran Smart, ¿casualidad? Nuestro más sincero agradecimiento a aquella desconocida.

La tormenta continuaba, quizás con menos fuerza que el día anterior, pero fuimos más prudentes y decidimos volver, pero esta vez tomando las autopistas y carreteras principales. Auguramos un regreso de lo más tranquilo, una vez alcanzaramos la primera autopista.

Pero antes de hacerlo, la cadena recién reparada se rompió nuevamente. Circulamos como pudimos hasta la siguiente gasolinera en la que no habían cadenas con las medidas de nuestras gomas y no podían reparar la cadena rota. Avanzamos algún kilómetro más, con serias dificultades, hasta que encontramos, no sé bien como, a un señor que tenía una especie de taller y hablaba una especie de inglés. Nos vendió unas cadenas bastante económicas y con estas ya estábamos seguros de llegar a casa.


De regreso...¿o no?

No iba a ser tan fácil. La cadena nueva no duró ni 5 kilómetros. No la había ajustado con la suficiente tensión y se rompió el mecanismo que la mantenía atada a la goma. Usamos la otra cadena del juego y continuamos. Os aseguro que cambiar una cadena a tan baja temperatura puede ser toda una pesadilla.

Los Alpes aún nos deparaban una pequeña sorpresa. Una cola kilométrica de vehículos nos impedía el paso. Es increíble la paciencia que tienen por estas tierras. A los 5 minutos de espera, sin saber que pasaba, estaba desesperado... y nadie se movía de su automóvil, ni siquiera se veían caras de impaciencia. Decidí averiguar que pasaba. Me abrigué hasta las cejas, dejé a Jenni al volante y me lancé a la carretera. Tras media hora caminando seguía viendo a lo lejos la cola. Pude encontrar a un inglés que volvía del inicio de la misma y me dijo que una avalancha había cortado la carretera y que al menos harían falta varias horas para despejarla. Cerca de las 18.00 horas tomamos la decisión de dar la vuelta y hacer noche en el primer pueblo que encontrásemos. Una noche en Austria. Una noche en Reute.

Una noche en Reute

Encontramos un hotel de lo más acogedor, donde disfrutamos de una suculenta cena a un precio realmente asequible. Por un momento olvidamos los precios prohibitivos de Milán y nos dimos un homenaje. Una noche con el lujo de aquella justificó la marcha atrás.

Parte posterior del hotel

El día amaneció soleado, pero seguía haciendo demasiado frío como para que los pajarillos cantasen. Reanudamos el regreso con la certeza de que no existirían más contratiempos. Nunca digas nunca jamás. Poco antes de alcanzar la autopista se rompió la otra cadena, seguro que ya habéis perdido la cuenta del número de cadenas que hemos utilizado, roto, reparado... En definitiva, no nos quedaban más cadenas y la impotencia nos podía. Decidimos quitar las cadenas y avanzar con la mayor prudencia posible hasta alcanzar la autopista. Y así hicimos.

La autopista ya estaba completamente limpia de nieve. Sin las cadenas me sentí como Forrest Gump cuando se deshizo de aquellos aparatos que le impedían correr. Pero los hados nos guardaban una última sopresa. El agua del limpiaparabrisas se había congelado, y la luna delantera se ensuciaba cada vez que nos adelantaba un vehículo. Con el sol de frente y las gotitas en la luna no se veía nada. Demonios. No veíamos con la nieve, no veíamos con el sol. Cada 4 - 5 kilómetros nos deteníamos en el arcén para limpiar la luna hasta que, ya en territorio italiano, se descongeló el agua del limpiaparabrisas.

Rumbo a Milán, rumbo a casa.


Comentarios:
Canarios + Alpes + Invierno = !!!

A ver Fito, te gastaste un par de cojones que no veas... Bueno, al final lo pudiste contar.

Espero ansioso tu post sobre cruzar la jungla amazónica en bicicleta.
 
Qué grande, vaya odisea... sí que estaba justificado el nombre de esta serie de post. Pero bueno, míralo por el lado positivo, al final pasáteis una aventura más juntos, y esas cosas son las que unen más a una pareja. Normalmente es la rutina lo que las separa.

Esta frase, literalmente, me ha encantado: "No pensamos ni de donde veníamos ni a donde íbamos. Simplemente disfrutamos aquella noche y valoramos las comodidades de las que disfrutamos a diario."
 
joer vaya aventura. Con tanta nieve parecería el viaje a ninguna parte, y venga a cambiar las cadenas, y venga un nuevo problema en la carretera...

Pero esos viajes tan agónicos siempre tienen un lado muy bueno: disfrutar de la compañia.

Espero que los demás viajes que hagas no sean tan puñeteros como éste.
 
Que bueno canarión, estoy que me parto de risa! Coño no llegasteis a vuestro destino, pero lo pasasteis de puta madre joder! Esos son los viajes buenos.
 
que tio ... menudo aventuron!
yo tb llevaba un par de dias sin leerte pero tal y como lo veo, has estado bien ocupado.
Pues gracias a dios que el smart era pequeñito, menos peligro y mas arrejuntaicos ..jeje

sabias que mi novia es italiana? si, es de la region del molise, entre roma y napoles pero tirando para el adriatico, en la ciudad de campobasso.

por suerte la tengo aqui en tunez conmigo, asi que si os quereis pasar por aqui ... los vuelos son baratos ... y no hace tan mal tiempo!!
 
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