lunes, enero 16, 2006

 

La odisea. El post. Suiza.

La historia comienza un 16 de diciembre. Éranse una pareja de canarios, Jenni y yo, dispuestos a visitar los mercadillos navideños de Rothenburg ob der Tauber, Norimberga y Monaco di Baviera. Importante resaltar canarios, por lo habituados que están a desenvolverse en condiciones atmosféricas adversas y frías. Como las conexiones aéreas y ferroviarias no eran convenientes decidieron alquilar un coche, un Smart forfour para concretar.

Además, ansiosos por conocer hermosos parajes con vistas panorámicas de ensueño, optaron por no tomar la autopista, sino atravesar pueblos y ciudades utilizando carreteras regionales. Un día soleado como pocos, no en vano las previsiones meteorológicas estimaban que se avecinaba un fin de semana con buen tiempo. ¿Desde cuándo hacemos caso a las previsiones meteorológicas?

El trayecto hasta llegar a Suiza fue perfecto. El sol brillaba y según nos acercámos a los Alpes, la nieve lo cubría todo a nuestro alrededor. Nunca habíamos visto más de 2 cms de nieve en nuestra isla, así que nos parecía de ensueño todo cuanto veíamos, como esos pequeños pueblos entre lagos y montañas de una altura temible.


Según ascendíamos la montaña el sol iba desapareciendo y la presencia de nieve aumentando, pero fascinados por las vistas no eramos conscientes de hacia donde nos dirigíamos de tan buena gana.


El modelo de viviendas y pueblos cambió radicalmente; desaparecían el cemento y la piedra y aparecían las cabañas de madera. Que había debajo de la nieve es algo que no nos paramos a constatar.


Yo conducía y observaba todo al más mínimo detalle. Sin embargo, no me percaté de lo limpia que estaba la carretera en comparación con los alredederos... y de que esa situación podía cambiar. Efectivamente, cambió. Una curva a la izquierda y repentinamente toda la carretera helada. Y digo bien, helada, no nevada. Perdí el control de la dirección y, por muy presente que tuviese que no debía pisar el freno, instintivamente lo hice, precipitando el vehículo describiendo un círculo hasta el lateral derecho de la calzada, donde fui capaz de controlarlo rozando solo ligeramente la barrera protectora de ese lateral. Antes de ser conscientes del peligro, echamos una ojeada al lago que nos hubiese acogido agradecido si no llegamos a controlar el vehículo. Nos permitimos el lujo de tomarle una instantánea.


Atenazados por el pánico a repetir la experiencia, y dando gracias de no haber chocado con ningún vehículo que viniese de frente ni habernos sumergidos en las gélidas aguas del lago, decidimos continuar hasta encontrar la primera gasolinera. Ese pequeño susto no nos iba a hacer desistir de nuestra empresa. Tras varios patinazos, pero ya más controlados gracias a la experiencia previa, alcanzamos la gasolinera, cuya dependiente ni tenía idea de cadenas ni hablaba demasiado bien el italiano, que no es que yo lo haga.

Afortunanadamente encontramos a un italiano acostumbrado a atravesar los alpes en automóvil que nos aseguró que era imprescindible que utilizásemos las cadenas durante todo el trayecto porque llevábamos gomas de verano y las necesitábamos de invierno. ¿Gomas de invierno? A ver, que soy de Las Palmas. Ni de invierno ni de verano, allí usamos gomas y basta. Total, que pillamos unas cadenas y ponerlas... fue otra aventura.


Las instrucciones no eran muy complejas, y lo que no entendía yo me lo aclaraba Jenni, haciendo gala de un instinto del que yo, desde luego, carezco. Congelados como nunca, conseguimos emprender la marcha más tranquilos porque llevábamos cadenas; el problema es que ahora no podíamos superar los 50 km/hora.


Comentarios:
¿Y dónde está la siguiente parada? ¿Qué os ha pasado? Joder la verdad es que el tono in crescendo de intriga que has ido dándole al post me ha ido agobiando por momentos. Mamona no nos hagas esto más. Aunque pensándolo bien, si lo escribes es que estás bien...
 
Hay q tener mogollón de cuidado con la nieve, es muy cabrona. Supongo q para un canario se hace dificil pero suerte que teníais la barrera protectora porque con la carretera helada dejas de conducir tú.
sigue tio sigue con la historia, q esta aventura suena que te cagas.
A disfrutar
 
Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]





<< Inicio

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Suscribirse a Entradas [Atom]