viernes, noviembre 25, 2005

 

Pavía, ciudad de arte

Al día siguiente de visitar Venezia, Miguel (mi primo) y yo nos fuimos a Pavía. Desde luego no elegimos el mejor día, pero si el único disponible. Ya cuando salíamos de Milán llovía, pero haciendo gala de nuestra virilidad solo partimos con un paraguas personal e intransferible, como descubriríamos luego, debido a sus dimensiones.

De Milán a Pavía nada, 30 minutillos en tren. Pero luego, como llovía, madre de dios. Abandonamos la estación dando por sentado que encontraríamos la oficina de información abierta y que podríamos comprar un paraguas en cualquier esquina. Sendos errores.

La oficina de turismo cerrada en Domingo. Solo abre de Lunes a Viernes. ¿Es mi forma de pensar o lo más lógico es que abriese en fin de semana? Total, que hicimos un apaño, fotografiamos con la cámara digital un plano que había en la puerta de la oficina y con eso recorrimos Pavía. Ingenioso, ¿no? Me joder reconocer que la idea no fue mía. Y eso que no me perdía uno de McGyver.


El siguiente objetivo era conseguir un segundo paraguas porque uno de los dos, el que no portaba el paraguas, se estaba empapando. Ni en tiendas, ni en kioskos, ni en supermercados... conseguimos llegar al primer punto de interés que señalaba el mapa casi buceando... ¡y estaba cerrado! En ese momento el nerviosismo pudo con nosotros y retornamos a la estación de tren, mi primo pensando que allí encontraría un paraguas y yo decidido a regresar a Milán. Nuevamente la idea genial fue suya. En la estación vendían paraguas.


A partir de ese momento nuestra suerte cambió. Tras un breve avituallamiento, chocolate y galletas, partimos convencidos a visitar la Certosa de Pavía, que se encontraba a 20 minutos en autobús de la ciudad. Increíble. Nos fascinó. Además de ser gratis hay un guía de la orden, los Certosini creo que recordar, que nos hizo un recorrido tanto artístico como histórico de toda la Cartuja; una inmersión completa en la vida de hace unos siglos. Aquí tenéis otro de mis fondos de escritorio.


Pues nuestra grata sorpresa no acabó con la Certosa. Al regresar al casco urbano y con el ánimo reestablecido, nos embarcamos a visitar todos y cada uno de los monumentos , calles, iglesias y castillos marcados en el "mapa digital". A pesar de ser una ciudad relativamente pequeña, todas y cada una de las catedrales que visitamos nos dejó boquiabiertos. No tiene desperdicio.


Increíble la de satisfacciones que alcanza uno tras lograr un paraguas. Como dirían por ahí, no somos nadie.

Comentarios:
¿Eso no es también una comida?

Veo a tu primo más motivado que tú con las rutas turísticas... ¿de verdad te puede no tener mapa y tres gotitas de agua?
 
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